martes, 23 de octubre de 2012

EFUSIONES DEL CORAZÓN, DICTÁMENES DEL ESPÍRITU



Efectivamente, muchas veces ya habríamos salvado al mundo si la calidad de las almas pudiese suplir a la calidad de las ideas.
Hay mucho dolor en torno nuestro y dentro de nosotros mismos. Pero nuestros juicios no serán más lúcidos porque los emitimos agitados por la indignación. Ni seremos honestos cuando alentamos en otros esperanzas dudosas.

La dura e insobornable teoría es incompatible con los programas de salvación. Los tales programas dicen: esto no satisface nuestros anhelos, luego esto es falso. Mas, si juzgamos serenamente, no vemos ningún procedimiento para ir desde: esto no nos satisface hasta en consecuencia es falso.
Me explico, si mantenemos tales o cuales premisas, debemos mantener tal o cual consecuencia.
Me explico más aún: dentro de un modo de producción capitalista (premisa), es imposible que haya salarios justos.

Dentro de un modo de producción capitalista es imposible una instrucción de calidad excelente para todos.
Se me dirá: “aún creemos en los sueños, profesor” y yo les diré : ustedes no saben en donde están parados.
Percibo que las sombras de Marx, de Lenin y de Engels, me miran complacidas.

Suelen hablar los tribunos de la plebe y los magistrados patricios como si estuvieran en el secreto de las profecías: ¡Ha llegado la hora…! Y he aquí que tenemos a la turba arremolinándose de contento, porque cada generación está pronta a creer que es la más decisiva de cuantas han pululado sobre el haz de la tierra, y es todo un arte dirigirla y captar sus simpatías invocando sus altos destinos. Nada de esto encontramos en Marx. No hay en él efusiones del corazón. No profetiza ciudades futuras. Se atiene a lo que efectivamente pasa. Se atiene, son sus palabras, “al desarrollo de las contradicciones sociales que brotan de las leyes naturales de la producción capitalista. Leyes tendenciales que actúan y se imponen con férrea necesidad” y sigue: “aunque una sociedad haya encontrado el rastro de la ley natural con arreglo a la cual se mueve… jamás podrá saltar ni descartar por decreto las fases naturales de su desarrollo. Podrá únicamente acortar y mitigar los dolores del parto”. (El Capital. 1er.Prólogo. Págs. XIV y XV).

Aténganse a esto los actuales “ingenieros” de la revolución socialista. Lean, instrúyanse  y en consecuencia actúen.

Las efusiones del corazón habrían ya salvado muchas veces al mundo si pudiesen reemplazar a la calidad de las ideas; si pudiese reemplazar a los precisos dictámenes de la inteligencia.
¡Revolucionarios de Chile a estudiar!
Ramón Menanteau Benítez

martes, 15 de mayo de 2012

EL TEMA DEL HUMANISMO

“Humanismo” es una palabra vaga y complaciente. En su acepción más común se refiere al hombre y su salvación. ¿Salvarlo de qué? La respuesta razonable sería: salvarlo de sí mismo. Respuesta que nos es sugerida cuando atendemos a los siglos de la Historia como cuando atendemos a nuestro presente.

EL HUMANISMO CRISTIANO. Si bien el Evangelio no es una teoría, no podemos ignorar las esperanzas y las tensiones que ha suscitado. El Evangelio es una fe o una  firme adhesión a Jesús.  Es una esperanza; es un amor que, por las peripecias de su destino ha producido una apologética, un Derecho, una pseudo ciencia o Teología.  La palabra simple y directa de Jesús se ha inficionado de ganga griega, romana, y gnóstica.

Jesús – citamos al azar – da un consejo o hace una súplica: amaos unos a otros; que sean uno, Padre, como Tú y yo somos uno. Y a sus seguidores más próximos: “tengan todos un mismo sentir. Sean compasivos, fraternales, misericordiosos, humildes, no devolviendo mal por mal”.

El Reino de los Cielos es el advenimiento de los pobres.  Sólo los pobres se salvarán. Y así, la parábola del rico Epulón no es la parábola del mal rico, sino que lo es del rico simplemente.
Jesús no se sentía  enviado a todos los hombres. He aquí la dura respuesta que le da a  la mujer cananea:  “He sido enviado sólo a las ovejas perdidas  de la casa de Israel”.

“No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perros”. De la batalla que Jesús ha dado podemos decir sin paradoja que está ganada y perdida. Ganada, en cuanto ha sido la representación que unos pocos se han hecho de la vida: Jesús, Francisco de Asís, Pedro Valdo, Alberto Schweitzer, Clotario Blest.

La batalla del Evangelio está perdida cuando se ha convertido en Política, en Derecho Canónico y en muchas iglesias que guerrean firmemente entre sí para conseguir el poder total.
Además el fracaso del Evangelio en la política mundial era inevitable. Estaba inscrito en su misma substancia, puesto que toda la prédica de Jesús estaba dominada por su pensamiento escatológico. El Reino de Dios se acerca: “en verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto se cumpla”.

Esperando el santo advenimiento, los cristianos primitivos no se preocupan de dejar una teoría del Estado ni academias de estudios religiosos. Esperando la vuelta del Señor no se preocupan de reorganizar el mundo.
“Que cada cual permanezca en el estado en que fue llamado, etc., etc.”

Se posterga indefinidamente el Día. Las iglesias triunfantes comienzan a disputarse duramente las realidades terrenas, y el espíritu de la prédica de Jesús se solidifica en la letra. A la caridad sucede el Derecho, y a la palabra simple y directa de Jesús, sucede una pseudo ciencia: la Teología.

Las iglesias, afianzándose siempre a la zaga de los albures de la ambición, no han podido sustraer al mundo de esa peor parte que mueve a la historia.

EL HUMANISMO DE MARX
 Hay miseria con todos los dolores que acarrea.  Hay miseria en un mundo rico como nunca lo había sido.
¿Nos da Marx alguna clave para superar este estado del mundo?
No la esperemos de los Manuscritos de 1844.

No está la clave en el Marx joven. No la está en el sufrimiento silencioso de las masas ni en el  celo de políticos burócratas que suelen salir a aplanar calles, suscitando en otros, esperanzas mentirosas. 
Nos interesan, dice Marx, estas leyes tendenciales que actúan y se imponen con férrea necesidad.  (Marx. Primer Prólogo al Capital).

Tus lloriqueos guárdatelos.  El corazón caliente y la cabeza fría.  Pide lo que es posible pedir ahora.
Así pensaba el gran Lenin. Después de él, los ingenieros de la revolución se aquiltraron.

Marx, a la inversa de Jesús,  ofrece una teoría.
Hela aquí compendiada:
Valor de la mercancía: (c + v + p)
Tasa de plusvalía: (p/v = p)
Tasa de ganancia: (p/c + v = g)
Composición orgánica del capital: (c/c + v = 0)

Parece, entonces, que la salvación  - la Revolución  - llegará por un encadenamiento de ecuaciones  más o menos automático.

Pero entonces, ¿qué lugar tiene en ello la conciencia?
Marx ya ha respondido: “no es la conciencia la que determina a la vida, sino la vida la que determina a la conciencia”.

¡Proletarios del mundo! Aguantad.
Aguantad la dureza de la vida y a vuestros líderes ineptos. Ya aparecerá la flor del humanismo.


                                                                 RAMON MENANTEAU BENITEZ

domingo, 22 de abril de 2012

DEL HOMBRE (II)

Hemos aprendido de los reverendos Padres Sertillanges, y T.de Chardin que la fauna humana ha aparecido naturalmente. Que nada hay en ella de providencial.

Hemos aprendido, también, que el hombre es un animal racional; que posee un psiquismo superior; que posee un pensamiento reflexivo. 

Tal vez, quizás, todos estos bípedos implumes piensan, pero no todos en el mismo grado.
Y digo esto porque las acciones que ocurren en la vida nos fuerzan a establecer grados de humanidad.  La “vis infinita cogitandi” del metafísico no aparece parejamente en todos y cada  uno de estos bípedos implumes.

La representación que se hacen de la vida los pocos mutantes más equilibrados no la tiene la muchedumbre, mezcla precaria de cerros de animalidad con milígramos del famoso logos.

Dejo constancia que nada tengo contra los ingredientes de la mezcla, sino en contra de su proporción.

The activity of the soul, of the distinctively human soul, as we know already, is intense living in action controlled by intelligence …” (G. Mure. Aristotle). Es Mure comentando a Aristóteles.

¿A qué aspira  esta muchedumbre carnal  y animal?  Al tener. La domina el deseo infinito de riquezas que, fatalmente, la lleva a dividirse en bandos.

Las acciones que ocurren en la vida siguen declarando que el logos – el tan traído y llevado logos – no está repartido en partes alícuotas.  Si lo estuviera habría efectivamente una ciudad humana concorde.

Porque no existe el  hombre  tan caro a los humanistas  es que no existe el Bien tan caro a los Apóstoles.

Seguiremos con el tema del humanismo.

Ramón Menanteau Benítez

jueves, 29 de marzo de 2012

DEL HOMBRE (I)

Decir que el alma humana – según la terminología aristotélico-tomista – informa a  un cuerpo que aún no está organizado o que aún no tiene las condiciones para un  psiquismo superior  “es una herejía metafísica” (Padre  Sertillanges, en sus Tesis Tomistas).

El psiquismo propio del hombre es muy tardío.

Sertillanges habla del psiquismo superior en sus Tesis Tomistas, y otro Padre - Teilhard de Chardin - habla del pensamiento reflexión para referirse a ese psiquismo superior que caracterizaría al mutante humano.
 
Nada hay de “providencial” en la aparición del grupo zoológico humano. Todo se reduce  a una cuestión de mejor cerebro. (T. de Chardin, El Fenómeno Humano).
 
Ahora comprendemos porqué  antiguas iglesias cristianas postergaban el Santo Bautismo para asegurarse que lo recibía un hombre.
 
En fin,  ya sabemos que un hombre no se hace de la noche a la mañana.
Una constelación de factores naturales ha traído a la existencia a este bípedo implume, cruel, soberbio y tragón.
 
Así y todo, debemos reconocer que este antipático mutante ha suscitado humanismos diversos,  y, luego, cátedras de humanismos que permiten parar la olla a los humanistas.

                                                             Ramón Menanteau Benítez

martes, 28 de febrero de 2012

LA VOZ DEL PUEBLO

Vino Jesús, que ya en sus postrimerías impetraba a su Padre: “Que sean uno,
Padre, como Tú y Yo somos uno…”

El diablo, entre los olivos, lo atisbaba sonriendo; sonriendo como quien viene ya de vuelta.

Habían pasado los Hossana; había pasado ya la borrica con su pollino.

En unas horas más el pueblo  gritará: ¡crucifícalo, crucifícalo!

De donde venimos a comprender que el grito de aplauso que hoy hace el pueblo, suele ser de condenación mañana.

Ramón Menanteau Benítez