martes, 28 de febrero de 2012

LA VOZ DEL PUEBLO

Vino Jesús, que ya en sus postrimerías impetraba a su Padre: “Que sean uno,
Padre, como Tú y Yo somos uno…”

El diablo, entre los olivos, lo atisbaba sonriendo; sonriendo como quien viene ya de vuelta.

Habían pasado los Hossana; había pasado ya la borrica con su pollino.

En unas horas más el pueblo  gritará: ¡crucifícalo, crucifícalo!

De donde venimos a comprender que el grito de aplauso que hoy hace el pueblo, suele ser de condenación mañana.

Ramón Menanteau Benítez