A comienzos de 1971, el CpS
fue una movida política inteligente. El sufrimiento humano; el sufrimiento silencioso de las masas unió en un frente común a las diversas
comunidades cristianas en su lucha por el socialismo. Por el socialismo marxista-leninista.
Hubo ahí espíritus superiores que
ellos solos bastaban para constituir un movimiento cristiano: Rafael Maroto
Pérez, Clotario Blest Riffo.
Pero duró poco el CpS. En la Asamblea Plenaria Ordinaria del Episcopado
del 6 al 11 de abril de 1973 los obispos llegaron a la siguiente decisión: “No
puede un sacerdote y/o religioso(a) pertenecer a ese movimiento (CpS)” (Sesión
XVI 11 de abril de 1973).
Se acordó, sin embargo, diferir la
publicación de esa norma pastoral hasta el 16 de octubre de 1973. Esto por
razones teológico-pastorales y otras.
Vacilaron los ilustrísimos y
reverendísimos obispos. Vacilaron hasta que
se les apareció en sueños, al más puro estilo bíblico, el Papa Pio XI
que los amonestó así: “El comunismo es intrínsecamente
perverso y no se puede admitir que colaboren con él en ningún terreno los
que quieren salvar a la civilización cristiana”
Este episodio de nuestra
historia patria ha sido historiado y
novelado. Nos hemos atenido al breve estudio sobre el CpS de madame Mercedes
Esquerré (Revista Javeriana, 1973). También tenemos a la vista los Documentos
del Episcopado. Chile 1970-1973.
Ramón Menanteau Benítez
Don Ramón: buenas tardes.
ResponderEliminarDirecto al grano: ¿cuál era la tesis central de su artículo sobre Spinoza?
Un gran saludo.